Friday, October 13, 2006

El APRA y el Partido Socialista


Por José Díaz Gallardo(1)

Aunque es muy posible que muchos militantes socialistas de nuestro país lo ignoren, algunas de las señas de identidad más propias del PS tienen su origen en el APRA. Por de pronto, símbolos tan entrañables para los militantes más antiguos del socialismo chileno como la bandera y la Marsellesa, son copias casi exactas de las creadas por los militantes peruanos de los años 20 y 30 del siglo pasado.

En las recientes elecciones presidenciales peruanas, realizadas el pasado domingo 9 de abril, el paso a segunda vuelta del candidato presidencial del APRA, Alan García Pérez, aunque especialmente estrecho, se puede atribuir tanto al indiscutible carisma del líder aprista, como a la sólida inserción en la sociedad del partido socialdemócrata peruano.

La relativa sorpresa de la ubicación del APRA en segundo lugar en la primera vuelta presidencial, podría ser coronada con la muy probable victoria sobre el candidato autoritario populista, Ollanta Humala en la segunda vuelta de junio próximo.
Aunque en el actual escenario político peruano existen muchas variables de corto plazo o coyunturales, como la opción de un sector de la población del mal menor, y el miedo a la involución autoritaria que representaría Humala; la probable victoria aprista tiene elementos que le son propios y distintivos.

El APRA es un partido político peruano con una historia muy singular; una de ellas es haber desarrollado en sus orígenes (en la década del 20 y 30 del siglo pasado), una fuerte influencia en varias organizaciones políticas de América Latina, como fue el caso del Partido Socialista de Chile.

Aunque es muy posible que muchos militantes socialistas de nuestro país lo ignoren, algunas de las señas de identidad más propias del PS tienen su origen en el APRA. Por de pronto, símbolos tan entrañables para los militantes más antiguos del socialismo chileno como la bandera y la Marsellesa, son copias casi exactas de las creadas por los militantes peruanos de los años 20 y 30 del siglo pasado. A continuación reproducimos el himno aprista:

Contra el pasado vergonzante
Nueva doctrina insurge ya
Es ideal realidad liberante
Que ha fundido en crisol la verdad
Tatuaremos con sangre en la historia
Nuestra huella pujante y triunfal
Que dará a los que luchen mañana
Digno ejemplo de acción contra el mal
Peruanos abrazadLa nueva religión
La Alianza Popular conquistará
La ansiada redención

Que viva el APRA compañeros
Viva la Alianza Popular
Militantes puros y sinceros
Prometamos jamás desertar
Reafirmemos la fe en el aprismo
Que es deber sin descanso luchar
La amenaza del imperialismo
Que a los pueblos quiere conquistar
Apristas a lucharUnidos a vencer
Fervor, acción, hasta triunfar nuestra revolución.

Algunos antecedentes indican que fueron militantes socialistas de Concepción los que copiaron la letra del himno aprista.

En un plano algo más sustantivo, una de las fórmulas doctrinarias distintiva del PS, también tiene su origen en le APRA y su líder Víctor Raúl Haya de la Torre; por mucho tiempo el sujeto del cambio social para los socialistas eran los “trabajadores manuales e intelectuales”, expresión que se encuentra en los trabajos de Haya de la Torre de fines de los años 20. (Al respecto resulta decidor una visita al sitio Web del APRA, ver, http://www.apra.org.pe/).

En realidad los orígenes y perfiles iniciales de ambos partidos son muy similares. Fueron influidos, ambos, por los procesos revolucionarios que acontecían por esos años en la región y en el mundo. En América Latina la revolución mexicana de 1910 y la revolución rusa de 1917, marcaron a generaciones de estudiantes y jóvenes intelectuales sensibles a la justicia social. Los años veinte en la región no sólo fueron los “locos años veinte”, también fueron los agitados y comprometidos tiempos en que los sectores obreros despertaban a la organización sindical y política, y segmentos de las clases medias, compuestas por civiles y militares, desafiaban el poder político de los grupos oligárquicos.

El APRA fue fundado por Haya de la Torre en México en 1924 y en el Perú en septiembre de 1930. En el plano doctrinario su fundador concibió el movimiento como una adaptación de las enseñanzas de Carlos Marx a las condiciones particulares de América Latina y el Perú. Haya de la Torre en su obra fundamental, “El Antiimperialismo y el APRA” (editado en Santiago en 1936), destaca la imposibilidad de repetir el camino de Europa, ya que para esta, el imperialismo es la etapa final de su desarrollo, mientras que para América Latina, en cambio, el capitalismo sólo podía ser producto de la expansión imperialista.

Una de las principales señas de identidad del aprismo es el americanismo. El ideal americanista del APRA lo sintetizó Haya de la Torre en 5 puntos: 1) acción contra el imperialismo yanqui, 2) por la unidad política de América Latina, 3) por la nacionalización de tierras e industrias, 4) por la internacionalización del Canal de Panamá y 5) por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. Esta plataforma, a fines de los años 20, coincidía bastante con los planteamientos del V Congreso de la Internacional Comunista. Sin embargo, la ruptura entre comunistas y apristas no demorarían en llegar.

Aunque Haya de la Torre sostenía, al igual que los comunistas, que en las condiciones particulares de América Latina el imperialismo sólo podría ser derrotado a través de la formación de un frente único de trabajadores manuales e intelectuales. Lo que diferenciaba al líder peruano, y lo aparta violentamente del comunismo, era su negativa a conceder al proletariado una función de dirección de este proceso; la debilidad estructural del proletariado de la región, llevaba al líder a considerar la creación de partidos de “clase”, como utópico y peligroso.

En el plano de las propuestas, progresivamente el aprismo transita desde una extensión continental del movimiento a una perspectiva más nacional, basada ya no en la destrucción del imperialismo, sino en su control y contención, y en la modernización el sistema económico y social.

De este modo, la evolución política del APRA ha sido de una paulatina moderación y legitimación en la sociedad peruana. Desde sus orígenes se generó un marcado antagonismo entre el aprismo y los militares; confrontación que dio pie al denominado “veto militar” muy presente hasta los años 60.

Sin embargo, se trata de un partido de origen radical, revolucionario, que participó en su historia de múltiples conatos subversivos. Comienza esta historia en 1931, cuando los apristas denuncian un fraude en las elecciones, sublevándose al año siguiente en la ciudad norteña de Trujillo, centro azucarero donde tenía fuerte presencia (incluso conformó un gobierno local). La represión posterior, habría costado la vida de centenares, si no miles de apristas.
En la siguiente década, en 1948, el aprismo impulsa un sangriento motín en el puerto del Callao, donde cuenta con el apoyo de personal de la armada. El asesinato político también estuvo entre los instrumentos a los que recurre la militancia de este partido, como en el caso del asesinato del coronel Luis Sánchez Cerro, ex presidente peruano.

Estas cruentas incidencias, trajeron por una lado, un profuso martirologio, y por otro, el exilio de una gran cantidad de dirigentes y militantes apristas en diversos países de la región, entre ellos Chile. Este último fue el canal privilegiado de la influencia del APRA en el continente.

En un plano más general, a fines de la década de los 30, el APRA se trasforma en una partido de masas, cuyo líder se aproximó a los EE.UU. en los años de la Segunda Guerra Mundial; cuando en Perú forma parte de una coalición que apoya un gobierno constitucional y la estabilidad económica. En 1948, un golpe militar ilegaliza nuevamente al APRA y Haya de la Torre permanece por cinco años asilado en la embajada de Colombia en Lima.

Durante la Guerra Fría, el APRA atenúa el radicalismo de su programa y su líder se destaca por su anti-comunismo. El proceso de involución le genera divisiones que en su ala izquierdista, que termina en los años 60 en la implantación frustrada de una guerrilla.

Después de la muerte del líder (1979) el APRA se debilita, lo que permite el triunfo del centro derechista, Fernando Belaude Terry. En 1985 el APRA tiene su primera experiencia de gobierno, encabezada por Alan García Pérez, el líder que unifica el aprismo. Administración especialmente desastrosa, debido a una política populista y estatista, que en el contexto internacional de los años 80 resulta frustrada. La corrupción y el terrorismo de Sendero Luminoso, contribuyó al sonado fracaso de la experiencia de gobierno del APRA.
A pesar de la fallida gestión, el carisma de Alan García logró que en las elecciones del año 2001, el partido fuera vencido sólo en la segunda vuelta por Alejandro Toledo. No obstante, ese año se logró la reconstrucción electoral del partido, al llegar al 47% del voto presidencial, y en 2002 triunfó en 12 regiones y 235 municipios, que le permitirán adiestrarse en la administración pública.

(1) ver más en www.centroavance.cl